Imaginemos un vagón
orquesta que avanza a paso rápido. En el extremo del vagón suena una música muy
agradable y en su parte trasera hay un grupo de gente que se lo esta pasando en
grande. La música fuerte y clara actúa como reclamo y comienza a unirse más
gente que estaba en los alrededores, progresivamente más y mas mirones se
amontonan al final del vagón, y los que al principio se encontraban disfrutando
de la primera fase de la fiesta comienzan a marcharse. A medida que aumenta el
numero de juerguistas al vagón le cuesta mas y mas avanzar, finalmente el vagón
no puede seguir avanzando y se detiene; esta parado y continua subiendo gente
¿por que no? llegados a este punto es muy fácil unirse a la diversión,
todo es alegría y regocijo, los que quieren unirse a la masa ya no necesitan
correr para asaltar el vagón, resulta tan fácil subirse que ni siquiera hay que saltar. Pero la naturaleza del vagón es seguir avanzando, quedarse inmóvil no
es natural y por lo tanto esta situación no puede prolongarse; intenta avanzar,
no puede, ya que la multitud que se agolpa en la parte trasera es excesiva, debe
liberarse del pesado lastre; y lo hace. Cambia rápidamente de dirección y parte
de los juerguistas salen disparados, la música se detiene y empiezan a surgir
caras de asombro; y antes de que nadie se
entere de lo que esta sucediendo se produce una nueva sacudida, esta vez mucho
mas violenta; cae de nuevo otro grupo de gente, vuelven a la realidad la cual
consiste en que la diversión se
convierte en una pesadilla de proporciones épicas y empieza a cundir el pánico.
Algunos deciden saltar antes que se produzca otro latigazo, los que no pueden
mantener el equilibrio caen al suelo enfangado y sucio; las sacudidas prosiguen
y cada vez son mas violentas, llegados a este punto solo aguantan los mas
fuertes y el vagón viendo que no puede liberarse del todo, se agita con todas sus
fuerzas y es de tal magnitud esta ultima ola que incluso sus ruedas delanteras se
suspenden y el vagón queda en posición perpendicular, los últimos ocupantes
caen al suelo rotos y maltrechos. Es entonces cuando surge del bosque un nuevo
grupo de espectadores, van limpios están sobrios y todos sus movimientos son deliberados
y muy estudiados. Este grupo que parece nuevo no lo es en absoluto, se trata del
mismo grupo que abandono el vagón tranquilamente antes de aquel final tan
violento.
Los anteriores ocupantes
observan atónitos como los maestros del
juego ponen de nuevo en marcha el vagón, la música comienza a sonar, acelera
y desarrolla su elegante avance, libre y ágil. Pasados unos kilómetros uno de
los maestros grita: atentos que están aquí de nuevo¡ en cuestión de segundos los
que fueron victimas del anterior desastre parecen interesados de nuevo, la música
parece como si les despertase de la tumba y una vez mas comienza el
interminable ciclo.
Todos en algún momento
hemos sido ocupantes del tren, debemos huir de los cantos de sirena y músicas que
nos hipnotice.